domingo, 2 de noviembre de 2008

Hogar

Odio Bob Dylan, nunca me caíste bien, Violeta te da mil patadas . Odio Starbucks o como se llame, me quedo con el mote con huesillo. Odio halloween y la forma en que mis vecinitos me hacen buhhh disfrazados de auténticos rapaces mientras salgo a caminar de noche. Amo la noche de San Juan, pero odio a mi amigo que me prometió ir a ver la flor de la higuera en esa noche y al final no paso nada... No amigo, no te odio, te quiero bastante y seria capaz de morir o matar o por ti, igual que a la niña que me puso los cuernos que conocí una vez en halloween hace unos cuantos años... Odio mi primo, tío o como se llame al hijo de mi tía abuela de Peñaflor que se jacta de ser un gerente surrogante de una empresa en vías de quiebra, mientras su madre hace ricas empanadas después de una visita al cementerio... Amo ir al cementerio, toda la gente se arregla con ropas coloridas y frunce el ceño con el sol desde lo alto, mientras las lágrimas se disfrasan de sudor y al revés. Amo los claveles, las rosas, las coronas de recuerdo del monolito de la antigua compañía de bomberos, los insectos fugaces vestidos de crisol, los remolinetes, los globos, y demás ornamentos para los angelitos. Amo la tumba de mis bisabuelos (ahora anexada a una familia de dudoso lazo y procedencia segura) Amo la forma en que mi madre se apoya sobre la lapida y reposa el peso de su vejes aún nonata y contempla el silencio del presente infinito, amo el gesto de mi abuela mientras se saca su chupalla, junta las manos y mira el suelo. Amo el gesto de mi abuelo cuando pone su brazo en la cadera y el otro lo coloca en un árbol vecino. alto, algo sucede, ambos se encuentran la mirada y rezan en voz baja unos cinco avemarías...
y yo escucho Mr tamborine man del gringo Dylan.